Crónica Transvulcania 2013 (y 2): No sabía qué ponerme... y me puse a correr (Juan Febles)

Si te has perdido la primera parte de la crónica, la puedes leer aquí.

A ver por dónde íbamos... subiendo...

Me quedaba por afrontar la última parte de subida antes de llegar a la cota más alta de la carrera, El Roque de los Muchachos con 2.426 m. La subida la hago a muy buen ritmo para mis posibilidades y los km que ya llevo en carrera, unos 30 ya, quedando otros 20 subiendo. Me zambullo en mis pensamientos, en la gente que quiero, las increíbles panorámicas, las sensaciones... Los cuervos y las grajas que empiezan a aparecer. Me encanta disfrutar de sus vuelos. Es una forma de desconectar de la carrera y alegrar la vista.


Sin darme cuenta me voy tropezando con cada uno de los avituallamientos. Es como si me sorprendieran y no los busco desesperadamente. ¡Muy buena señal! El ascenso a la zona más alta de la isla se me hace muy llevadera, con algún pequeño amago de calambre en los gemelos, que no me preocupa. Estoy muy emocionado. Me está saliendo una carrera muy buena y percibo bajo control todo lo que tengo que hacer: hidratación, comida, calmar el calor, un ritmo inteligente y exigible... ¡Qué contento estoy!

Llego al Roque de Los Muchachos. genial. Lleno rápidamente los botes y como algo. No pierdo nada de tiempo. No tomo pasta. No quiero bajar con el estómago lleno y no siento que necesite mucha comida sólida. Con los geles voy muy bien.




Empieza la bajada hasta Tazocorte. Estoy en el kilómetro 50 y me quedan 18 de bajada. Ahí me pasa Dami como una moto, va genial. Intento pillarle pero, además que su ritmo es muy bueno, las piernas empiezan a avisarme que van tocadas. En un llano tengo un amago de caída y no bajo como antes. El cuerpo a tope a dado lo que ha dado, ahora a tomárselo con calma sin perder el tiempo. Tengo que conseguir llegar a las 10 horas.

La llegada al avituallamiento del Time la hago ya cansado. El calor de la tarde y las piernas muy cansadas no ayudan. A partir de ahí, la bajada hasta el Mirador del time, un calvario. No voy suelto, más bien algo torpe. Intento no desanimarme y centrarme en en tiempo que voy haciendo. Noto que las piernas no dan para más. 

Terminada la bajada, un primer despiste y tropiezo en un llano con el saliente de una piedra. Lo que normalmente suelen ser dos zancadas para  equilibrar el cuerpo, son cuatro sin poder hacerlo. Caigo al suelo con las rodillas y me las limo literalmente. Al caer los gemelos se contracturan y se me suben produciéndome un gran dolor. Me duelen más los gemelos que las rodillas, que en un momento terminan ensangrentadas. Me levanto como puedo y me pongo a trotar. Uffff. Esto duele.



Me preocupa mucho que se me inflamen las rodillas y me impidan seguir corriendo. Poco a poco se va el dolor y bajo... como puedo. La playa de Tazacorte la diviso, pero parece que no llega. Al ver que me estoy agobiando cambio de chip. Me sereno e intento que los pies fluyan lo mejor que puedan en la bajada.

Miro al público me doy cuenta que ya no me miran a la cara sino a las rodillas. Algunos ponen cara de sufrimiento. Me animan y les doy las gracias.

Llegamos a Tazacorte, último avituallamiento. Beber muy agua, me baño con un cubo mi rostro y me limpian las rodillas. Quedan algo más de 4 kilómetros. Las rodillas no dan señales de ir a peor y yo no dejo que eso me moleste. Al revés. Un llameante asfalto me espera. Busco un ritmo en falso llano que no encuentro. Ahora hay que subir por un sendero entre unas plataneras. No tengo nada de fuerzas. Camino. Camino, pero no me paro. Esta subida se me hace mortal. El cansancio se nota con creces, pero quiero llegar a las 10 horas, y mientras pueda, voy a ir restando tiempo, metros y pasos. ¿Hora de pararse? Ni de broma.


La subida hasta la avenida de Los Llanos ha sido muy dura. Pero la recta de kilómetro y medio que me espera tampoco va a ser un camino de rosas. Aquí no quiero dar tregua. Busco un ritmo en llaneo decente sin conseguirlo del todo. El público me anima como  nunca. Lo necesito. Miro el Garmin y veo que ya no bajo de 10 horas ni de broma. Llegaré muy justo. Pues niño, me doy 5 minutos más. 

Escucho la megafonía de meta. Los pelos de punta, la carne de gallina. Vuelvo a encontrar la sonrisa que perdí en la caída. Giro a la derecha, giro a la izquierda y recta de meta. Busco el cielo con mi mirada y doy gracias por este momento.

Gracias a mi familia que me anima y me quiere. 
A mis amigos que se van volcado antes, durante y después de esta carrera. 
A mi Club Vida Trail: orgulloso de pertenecer y tenerles siempre a mi lado. Son mi Equipo A. Siempre al rescate en los momentos que los necesito. 
Y a muchos conocidos y desconocidos que han valorado mi pasión: correr por montaña.

El tiempo: 10 horas 4 minutos 8 segundos Clasificación general: 77. Muy orgulloso, pero no es lo más importante. He sentido cada minuto de carrera y me lo llevo muy metido en mi corazón, como un gran tesoro que es. No puedo dejar de sonreír. ¡Hasta me hacen una entrevista y todo!




Paso a Modo Euforia y seguiré así más de una semana.

Las ultras me dan algo que sería muy difícil de explicar. A priori sólo sabes la distancia, desniveles y la dificultad del terreno.

No sabía que iba a disfrutar tanto.
No sabía la gran respuesta del público, mayoría palmeros, animándome en todo momento.
No sabía si la terminaría, aunque he entrenado muy duro para ello.
No sabía si aguantaría bien el calor.
No sabía si las rodillas aguantarían la caída casi terminando. 

No sabía que ponerme... y me puse a correr.


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